martes, octubre 10, 2006

Boca Chica, pica.

Quizás por ese sentido de idiotez “naive” que me caracteriza, quizás por mi incapacidad para salirme de trenes en movimiento, o quizás porque no tengo una pizca de sentido común, terminé embarcado en esta misión suicida.
Auque ya habíamos quedado en que iríamos al río, tuve un impulso repentino por preguntar, queriendo saber el lugar exacto de la Media Isla, que nos recibiría.

¿A dónde es que vamos?-Pregunté

Y de súbito se puso de manifiesto en todo su esplendor esa volubilidad característica de She, y de su entorno:

¡A Boca Chica!

¡Boca Chica! Ya no íbamos a un río de aguas cristalinas en Bonao sino que… ¡Mierda mierda, Boca Chica! ¡De todas las playas, que hay en este pedacito de tierra, Boca Chica!
¡Caramba! Y ya tengo un pie en el carro, ¿Qué me invento? ¿Un cólico? No, (muy evidente), ¿dejé algo en la casa? (No, Muy trillado) ¿Me llamaron porque mi abuelo después de todo no ha estado muerto todos estos años sino que ha estado perdido pero al darse cuenta de que lo enterramos le dio un infarto y se murió de nuevo? (No, ese es para emergencia)

Mierda, Boca Chica.

Diablos, yo que me había hecho a la idea de que íbamos a un río, donde los excrementos de los seres vivos que están rivera arriba pasan en la corriente y con suerte puedes evadirlos (si no es que estás tragando agua), ahora me dirigía a una playa donde los excrementos de todo ser (vivo o muerto) flotaría a la deriva al rededor, orbitando -en el mejor de los casos- en torno a un cuerpo mayor, what the hell!? Con todo lo que he subido de peso YO soy un cuerpo mayor (¡Malditas leyes físicas!).
Pero el amor mueve montañas, y hombres gordos, y me deje llevar, por el deseo de evitar una pelea. Además ya me había puesto los baggies debajo del pantalón y como dijo Tsun-Tzu: “no es bueno desevainal la espada para hacel bulto, y menos flente a las lindas nenas”.

Así que Rumbo a M…er, Boca Chica.




Al volante iba el Sr. M. (que es el novio de la hermana de She. ¿Me siguen la pista?) y que siempre hace piques callados, dizque para disimular pero que todo el mundo nota. Al lado de él iba mi cuñadita (que es más grande que She) y en la parte de atrás íbamos She, Yo y Fanfafito, su hermano.

Fanfafito:
Edad real=19
Edad física=19
Edad emocional= 10
Edad intelectual= 6 1/2

Por el retrovisor podía ver como el Sr. M. Crispaba los nudillos luego de 4 paradas: una para comprar platos, otra para comprar ron, otra para que Fanfafito metiera el ron en la cajuela y otra para comprar el hielo. (Si, el hielo compramos después).
Fanfafito le tiró encima el trago tres veces, She, saco mi toalla para secar el reguero. Fue la última vez que vi la toalla
Lo que acabó con los nervios del Sr. M fue la notificación (a 20 minutos de la partida) de que nadie había incluido cubiertos en los utensilios.
No habló el resto del camino.
Hasta que nos perdimos. Entonces, bajo las recriminaciones de King (mi cuñadita) Sr. M. gruñó un par de veces, y preguntamos a un viejo que nos miró con cara de risa y nos señaló que estábamos a pocos metros de la entrada de la playa. (Maldición, y yo que esperaba que anduviéramos ya por San Pedro de Macorís).

Así que llegamos a la playa, nos recibieron uno, dos, tres, como cuarenta buscones, que hablaban con un acento irreconocible, como si pronunciaran las palabras tan rápido que quedaban superpuestas, una vendedora de Yaniqueques, que enseguida nos ajunto uno a cada uno, ¡Caray! -Dije-¡Yaniqueques del tamaño de un Long Play! Y yo que no he comido, así que le entré al Yani de una manera voraz hasta que me di cuenta de que le andaban unos pajaritos que parecían moscas pero eran transparentes.

Los buscones consiguieron una mesa y parquearon el carro, pululaban por los alrededores como esos simios de las películas que desordenada pero coreográficamente se agitan en torno a algo esperando una decisión, un movimiento, para tomar acción.

En la mesa el Sr. M. nos notificó que no se metería al agua porque no le gustaba la playa, ósea, que el tiguere del carro no quería ir a Boca Chica, pero no dijo nada.

Bueno, ya que estábamos allá había que bañarse, así que ¡A la carga!
Miro la playa, y solo hay como 2 personas por cada metro cuadrado (que es mucho decir tomando en cuenta que en semana santa se pone que si la gente no puede abrir los brazos)

Pongo un pie en la playa, el agua estaba fría, el sol no calentaba, pero la playa tenia las aguas limpias (al menos así se veía). El ayuntamiento había hecho un gran esfuerzo por quitarle a la playa la fama de paraíso de la contaminación y el desenfreno. Había un montón de gente con muchachitos, Fanfafito se tiró en búsqueda, y por allá se cortó con un cristal y botó unos lentes.

Entre al agua, que se sentía extrañamente oleaginosa, y entonces comencé a observar, dondequiera que miraba era el acabóse: parejas por aquí, parejas por allá, a la derecha una morena contorsionista que se retorcía entono a un viejito cincuentón con una panza que le hacia parecer un wolkswagen bettle en posición vertical, a la izquierda unos saltipanquis asediaban a unas rubias, en un poste que había en la playa unos muchachos competían infructuosamente por encaramarse en el.
Vendedores aquí y allá niños correteando dondequiera, un chamaco que le muerde le lame le hala la oreja a la chica que se abraza a él, y yo pienso que por lo menos hubieran nadado un poco hasta llegar a la Matita. (Un islote que hay a 200 metros de la orilla).

She se queja de que no me le acerco, pero yo estoy ocupado en asuntos mas…inmediatos, al percatarme de que el agua me pica, si me pica como si en el agua hubiera partículas de alguna sustancia irritante que se adhieren a mi piel cada cierto tiempo.

-¿Que te pasa?-Pregunta.
-¡El agua me pica!- respondo
-Es por la sal- determina She, y yo pienso, que por más ermitaño que yo sea no lo soy tanto como para no haber ido a la playa y las otras veces no me picó la sal (ni que estuviera pelado)

Resistí, por un tiempo más, cuando de pronto vi algo que se acercaba, y que She enseguida catalogó como un pedazo de colcha espuma.

Yo preferí no refutarla, ni comprobarlo, sino que opté por salir a paso raudo de la playa, al regresar, en la mesa, King y Sr. M. se miraban por detrás de sus gafas de sol sin decirse una palabra, y tenían la tensión se podía cortar con un cuchillo quince minutos y dos comentarios sarcásticos míos después volvíamos a la ciudad, y yo traía conmigo además de la comezón el firme propósito de no volver a Boca Chica.

1 comentario:

CrisTips dijo...

Si que pica!!